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En trance
Cabezas hablantes y un consejo musical

Este mes, en el club de lectura estamos leyendo “How Music Works” de David Byrne. Byrne es el fundador, vocalista y líder de The Talking Heads, una banda ícono de los 70s y 80s.
Antes del libro, solo conocía su himno Psycho Killer (fa fa fa fa fa fa fa fa fa far better). Para ambientar la lectura, he estado escuchando en repetición música de la banda. Hay un concierto que en IMDB tiene nota 8,7 (a la altura de Matrix o Interstellar). Algunos en Reddit lo tildan del “mejor concierto grabado de la historia”. A mi me gustó mucho.
Podrán estar de acuerdo o no, pero para que algo entre en la discusión de “mejor de todos los tiempos”, algo tiene que haber detrás.
En el libro Byrne cuenta la idea detrás del concierto, cómo fue armando las piezas, y su forma de hacer música en general.
Y aquí es donde me quiero detener. Las canciones de Talking Heads son distintas al resto del pop y del rock.
Estructura musical
Si has escuchado música (há), sabes que la mayoría de las canciones populares siguen un formato similar:

A veces después del segundo coro va un puente, otro coro, y bai
Byrne no estaba ni ahí con esta estructura. Parte el libro hablando de la historia de la música. Cómo las tribus usaban percusión porque sonaba fuerte y porque la repetición generaba ambiente. Después de unos minutos, entraban en un estado de trance (ayudado muchas veces por psicodélicos también).
En otro capítulo habla de la irrupción de la tecnología en la música. Las grabadoras de cinta permitieron generar loops. Repetir esos loops, de nuevo, trance.
Cuenta que para algunos álbumes de Talking Heads llegó al estudio solo con ideas. Un par de acordes o ritmos que ponían en repetición y luego construían sobre ellos.
Cuando leí esto tuve que dejar el libro en la mesa y buscar el disco al que se refería.
Cuando tengan un tiempito pónganle play. ¡Todas las canciones son un loop! Bueno quizás no todas, quizás me distraje escuchando. Pero no tenía idea que se podía hacer música así. Siempre pensé que los artistas tenían algo en la cabeza, una letra, una estructura, y después la grababan.
La magia
Hay dos elementos de esta múscia que podemos aplicar en el resto de nuestras vidas: el trance y la repetición.
El trance es algo que hemos hablado en este newsletter y en el podcast, el famoso “estado de flow” del profesor Csikszentmihalyi. Hacer algo que no sea ni muy fácil ni muy difícil, y hacerlo por mucho rato.
Tenemos que reconocer esos momentos de flow (a mi me pasa muchas veces escribiendo, cuando era analista también me pasó metido en una planilla de Excel), y fomentarlos. Hacer fácil que se repitan.
Y lo segundo, la repetición.
Lamentablemente, repetir aburre. Y cuando nos aburrimos, buscamos algo nuevo y empezamos de cero. Soy muy culpable de esto. Pero si logramos pelear contra el aburrimiento y simplemente hacer más iteraciones (grabar más videos, escribir más correos) vamos a ver avances.
Un ejemplo que junta estos dos puntos es el gimnasio. Una de las mejores sensaciones al levantar pesas es hacer un máximo personal. Partiste levantando 40 kilos y ya vas en 80.
Para llegar, tienes que subir de a poco, y entrenar muuuchas veces. La mayoría de los días no vas a tener ganas de ir al gimnasio, pero en la mitad de la rutina, probablemente vas a sentir que te llenas de energía. Y quién sabe, quizás en la repetición 4 estés en medio de un trance.