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Esta es la versión no publicada
Hace unos días la revista RankiaPro me pidió escribir sobre el boom de los fondos activos. Me gustó mucho que no intentaron sesgarme hacia si tenía que escribir a favor o en contra, por lo que simplemente les di mi opinión.
Como en la publicación solo salió un extracto, decidí compartirle a los AaaAanimales la versión completa.
Hoy, al releerla, me dio la impresión que cuando me pongo “corbata” escribo muy distinto. ¿Se nota? 👀
La obligación de mirar hacia el futuro
“El índice Russell 3000 representa el mercado accionario de Estados Unidos completo y se multiplicó por 73 veces entre 1980 y el 2014. Durante ese periodo, el 40% de las compañías que lo componían perdieron al menos el 70% de su valor. El espectacular resultado solo provino del 7% de las empresas”.
¿Sorprendente o no?
Estos son datos de J.P. Morgan Asset Management a los que Morgan Housel referencia en su best seller “Cómo piensan los ricos”.
Esta realidad nos debería llevar a pensar que evidentemente deberíamos buscar ser selectores activos de las empresas que incluimos en nuestro portafolio. Son tan pocas las realmente exitosas, que no vale la pena convertirse en socios del resto. Sin embargo, los que trabajamos en inversiones sabemos lo difícil que esta tarea puede resultar.
Si bien el último año los resultados fueron mejores para los managers activos, la evidencia de largo plazo reportada por Morningstar en su último “US Active/Passive Barometer” sigue mostrando resultados desalentadores para los que buscan ganarle al mercado, al menos, en el mundo accionario.

Quizás es por esto que la gran idea de fondos que siguieran índices de John Bogle tuvo tanto éxito. Durante los últimos años hemos visto un crecimiento exponencial en los fondos administrados de estas estrategias, principalmente de aquellas que siguen índices ponderados por capitalización de mercado. Sin embargo, este modelo podría estar comenzando a ser demasiado riesgoso dada la concentración que se ha generado en un pequeño grupo de acciones.
Tal como nos recuerda Howard Marks en su último MEMO llamado “On bubble watch”:
- La capitalización de mercado de las siete empresas más grandes del S&P 500 representa un 30% del índice. Esto es el doble de la participación de los líderes hace cinco años.
- Antes de la aparición de las “Siete Magníficas”, la mayor participación de las principales siete acciones en los últimos 28 años fue de aproximadamente el 22% en el año 2000, en el auge de la burbuja punto com.
Si bien me considero un fiel creyente de no poder hacer market timing, a la vez creo firmemente en la gestión activa de los riesgos. Es aquí donde entra en juego la estrategia de smart beta que debería ser parte de los portafolios de los inversionistas a través de ETFs, fondos mutuos o de inversión.
A diferencia de los índices tradicionales, que ponderan las acciones según su capitalización de mercado, estos buscan mejorar la eficiencia de la cartera utilizando factores como: el valor, la volatilidad, el tamaño, el momentum o la calidad. Estos fondos no dependen únicamente de las grandes empresas que dominan los índices tradicionales, sino que buscan identificar oportunidades en todo el espectro del mercado.
Una de las principales ventajas de este enfoque es que permite a los inversionistas capturar retornos atractivos mientras gestionan de manera más eficiente los riesgos asociados a una concentración excesiva en las acciones de mayor capitalización.
Si bien esta no ha sido la estrategia de moda en el último tiempo, gracias a que un pequeño número de empresas ha sido responsable de gran parte del retorno del mercado, puede ser crucial para nuestra visión de largo plazo no caer en el “sesgo de actualidad”.
No dejarnos llevar solo por lo que hemos experimentado recientemente es algo que deberíamos tener en la cabeza permanentemente.
Las modas siempre aparecerán, pero no deberíamos jugarnos la vida en ellas. Sin embargo, como es difícil no tentarse, mejor poner reglas. Lo más sano a mi criterio es dejar un espacio en nuestro portafolio global para esas inversiones con las que nos entusiasmamos gracias a los titulares de la prensa y lo que nos dicen los amigos en los asados.
Otra vez volvemos a lo mismo. Lo realmente importante está en definir el bendito “Asset Allocation”.
Ya sea como inversionistas profesionales, o amateur, una de nuestras tareas principales debería ser mirar más allá del retrovisor. Esta es una regla básica para construir portafolios diseñados para afrontar los retos del futuro.
Los fondos smart beta ofrecen una vía para lograrlo, brindando una forma más equilibrada y dinámica para aprovechar las oportunidades del mercado mientras se mantiene el control sobre el riesgo.
Al integrar estos enfoques en la construcción de portafolios, podemos no solo esperar obtener rendimientos más estables, sino también asegurar que nuestras estrategias de inversión sean más resilientes ante las incertidumbres del mañana.
Por acá te dejo un link a la revista (página 46)