El riesgo está en todos lados

Soy un padre extremadamente aprensivo y he tenido que ir aprendiendo a convivir con el riesgo al que está expuesta mi hija en el día a día.

No sé cómo será para el resto, pero para mi ha sido un proceso durísimo. Sin embargo, no encontré otra solución que aceptar que el riesgo siempre está ahí y que no lo puedes evitar por dos razones fundamentales:

  1. Te volverías loc@.

  2. No expondrías a tu hij@ a situaciones completamente necesarias para su desarrollo.

Ahora, aceptar el riesgo es completamente distinto a no gestionarlo.

Voy con un ejemplo para hacerlo simple.

Hoy caminábamos por la selva el parque y mi chica compartía el paseo peatonal con scooters y bicicletas con niños al volante, perros, gente corriendo y cientos de otros enanos dando sus primeros pasos.

Díganme lo que quieran, pero cada vez que viene un niño de 5 años volando en bici se me aprieta la guata.

Una opción era subir a mi chica al coche o tomarla en brazos, pero como dije más arriba, tengo claro que no es lo correcto.

¿Qué hice para gestionar el riesgo?

Caminé atrás de ella y le pedí a mi señora que caminara adelante. Al menos de esa manera le bajaba el riesgo a que la “atropellaran” de frente o por atrás.

¿Podían seguir pasándole cosas?

De todas maneras. Pero esos riesgos no compensan todo lo positivo de una caminata de domingo con tantas cosas entretenidas pasando alrededor.

Esto, que es algo cotidiano, tiene mucho que ver con los riesgos de nuestra vida financiera.

Cien mil veces hemos hablado de la importancia de mantenerse en el juego y el rol fundamental del colchón de emergencias y algunos seguros SIN ahorro. Por eso hoy no hablaremos de eso. Hoy lo importante serán esos riesgos que sí o sí debes tomar.

¿Es hora de tomar riesgos con Trump al volante?

El jueves pasado grabamos un nuevo capítulo en compañía de un nuevo MEMO de Howard Marks. Desde ese día que no paro de pensar en la palabra “riesgo”.

Hoy hay muchas personas “arrancando” del riesgo buscando evitar lo que algunos pronostican como una catástrofe mundial. Lo hacen dado que estamos en un escenario con mucha incertidumbre y pocas certezas.

A pesar de no compartir su decisión, la respeto. Cada uno hace lo que quiere con su plata.

Lo único que me gustaría advertirles es que hay, al menos, dos cosas importantes que deberían considerar:

  • Si te sales del mercado, te estás obligando a volver a tomar otra decisión. En algún momento deberías volver a comprar. Te dejo una foto de cómo le fue a los que se salieron con la caída del coronavirus y que nunca volvieron:


  • Jamás vas a tener certezas al invertir. Al menos si quieres hacer crecer tu dinero de verdad y no solo en depósitos a plazo (bills):

    Libro “Stocks for the long run”. Ejemplo de $1 dólar invertido en distintas clases de activos.

¿Cuánto riesgo tomar?

Esa es la pregunta del millón. Lo malo es que la respuesta es única para cada habitante del planeta tierra.

Lamentablemente es así. No estoy exagerando.

Quizás pensabas que respondiendo la típica encuesta de perfil de riesgo podrías tener un acercamiento certero a tu situación personal, pero no es así. Es una simplificación para poder avanzar, y en parte, cumplir con la regulación.

Saber qué tanto riesgo tomar depende de, al menos, cuatro elementos fundamentales:

  1. Tu perfil de riesgo

    Es muy importante tratar de entender qué perfil tengo. ¿Seré capaz de dormir si invierto en acciones y los mercados caen un 40%? ¿Puedo tolerar que los mercados caigan 3% al día?

    Las encuestas ayudan, pero la verdad es que tu verdadero perfil de riesgo lo vas a conocer cuando tengas las manos en la masa y el mercado se te venga en contra. Antes de eso, estarás viviendo de la teoría.

  2. El tiempo que tienes para invertir

    Tu capacidad de tomar riesgo es muy distinta si tienes 25 años y estás pensando en el largo plazo a si es un dinero pensado para tus vacaciones de un año más.


    Personalmente creo que “el tiempo que tengo” a veces debería importar más que tu perfil de riesgo, ya que el nerviosismo lo podrías combatir con educación si tienes tiempo para esperar la recuperación.

  3. La persona que eres
    Un doctor, que probablemente tenga trabajo toda la vida, debería tener un enfoque muy distinto a una persona que espera emprender y hacer empresas toda la vida.

    La estabilidad de tu generación esperada de flujos futuros es un factor fundamental que se debería complementar con la estabilidad que necesitas en tus inversiones.

    En simple, un doctor debería tener mucha renta variable y un emprendedor quizás debería tener solo depósitos a plazo.

  4. La rentabilidad que necesitas
    A mis 38 cada vez pienso más en mi jubilación. En algún momento dejaré de trabajar y viviré del crecimiento que tenga eso que no me gasté.

    Este punto es el que debería gatillar ir a hacer el cálculo de cómo voy en el camino a construir ese gran número que me permitirá vivir tranquilo sin depender del estado ni de mis hijos.


    Tener $400.000.000 invertidos hoy es muy distinto a tener $70.000.000. No por la obviedad de que un número es más grande que el otro. Sino por el “riesgo” que cada situación me debería empujar a tomar.


    $400 millones necesitan de un retorno anual de 4,167% durante 32 años para llegar a casi $1.500 millones.


    $70 millones necesitan de un retorno anual de 10% para lograr lo mismo.


    Perdón por tener que meterle números, pero era necesario para evidenciar que tener más o menos plata influye directamente en el riesgo que debería tomar.

¿Necesitaré ayuda de un profesional?

Ser tan aprensivo no es fácil de manejar y alguna vez pensé en pedir ayuda profesional. Hasta ahora creo que he ido aprendiendo bien en el camino tratando de disfrutar el proceso.

Saber cuánto riesgo tomar en el mundo de las inversiones también es algo que se puede descubrir solo. Sin embargo, siempre es posible acelerar el proceso con ayuda de un profesional.

Saber realmente qué hacer es más complejo de lo que uno podría pensar y tomar riesgos no debería ser algo excepcional.

La realidad es que lo hacemos todo el tiempo y la clave no está en evitarlo, sino que en entenderlo, medirlo y usarlo a tu favor.

Invertir bien no es adivinar el futuro, sino construir uno en el que puedas vivir tranquilo, aunque ese futuro esté lleno de sorpresas.