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Dos compras inolvidables
Evita mis errores, copia lo que funciona.
El 2017 llegué corriendo un día a la oficina. Era mi primer año laboral, primer año generando ingresos y mis primeras inversiones estaban al borde del fracaso.
En esos tiempos no había fintechs, así que tuve que juntar hasta tener 1 millón para poder abrir una cuenta e invertir en un fondo. Después de ese primer millón me puse a buscar alternativas.
Leyendo llegué a las criptos. Debo haber pasado una semana entera leyendo de ellas en mis tiempos muertos, hasta que me convencí.
Con un amigo de la universidad estábamos en la misma. Nos juntamos en un bar un jueves en la tarde a compartir hallazgos. Los dos nos convencimos que la tecnología estaba buenísima, y podíamos ganar plata rápido.
Él se fue por Bitcoin, pero yo no. Encontré que estaba sobrevalorada. Lo importante era la tecnología, y la que mejor lo usaba era Ethereum.
Armamos una billetera digital y compramos. El día siguiente fue una locura. No trabajé casi nada, actualizaba cada 5 minutos el precio de la moneda. Había ganado un 5% cuando cerré el computador de la oficina.
El sábado en la noche estábamos juntos en otro bar cuando nos llega un notición: las criptos estaban cayendo. Algo sobre un regulador diciendo que eran pura especulación. 15% abajo, se me quitó toda el hambre.
Por eso corrí el lunes a la oficina. Ahí tenía mis claves de la billetera. Cuando mis colegas me preguntaban por las criptos, les decía que no había metido mucha plata, entonces me daba lo mismo perderla. La verdad, por dentro sufría cada movimiento.
Por algún motivo, no vendí.
Volví a leer artículos de los contratos inteligentes y los usos de Ethereum. Además se había recuperado, estaba apenas en negativo.
El lunes subió. El martes también. El miércoles no pasó mucho, y el jueves volvió a subir. Todo esto mientras yo hacía F5 en mi computador cada vez que no estaba armando un modelo en Excel.
El viernes, de nuevo a piso.
Esta vez no aguanté. Vendí todo. Perdí plata. Mi amigo también, “no es para nosotros” nos dijimos en señal de apoyo.
Dos años después estaba en el peak de mi etapa de analista. Mi trabajo era buscar empresas que se vieran atractivas para sumar al portafolio. La mayor parte de mi tiempo estaba frente al Bloomberg, el computador especializado de finanzas que cuesta más de veinte mil dólares al año.
En total revisé más de cien empresas, pero una se llevó mi corazón.
La tendencia de los chips estaba tomando fuerza. Habíamos lanzado el Silicon Fund en DVA y le estaba yendo increíble. El fondo tenía 16 empresas, pero tenía un problema. Por valorización, las encontraba caras. Todas, excepto una.
Micron.
Micron es una empresa de chips, en específico de memoria. En el mercado de memoria dominan 3 compañías: Samsung, SK Hynix y Micron. Samsung tenía muchas otras cosas en el negocio, SK Hynix era coreana y no reportaba tan bien.
¿Pero Micron? Una delicia.
Creciendo fuerte los últimos años, proyecciones aún mejores. Buenos márgenes. Un equipo sólido. Con la competencia estaban equilibrados hace tiempo. Todos los ingredientes estaban en la sopa.
Fue de mis mejores presentaciones el comité. Discutimos un par de cosas, pero compartieron mi optimismo. Micron entraría al portafolio.
Y menos de dos semanas después salió.
Lo que no les conté es que el negocio de la memoria es muy cíclico. Años muy buenos que después se transforman en pérdidas horribles. Hay compañías que quiebran en esa parte del ciclo. Por eso quedan solo 3. A los analistas no les gusta ese riesgo, y con un par de noticias malas se asustan y la compañía puede caer más de 10% fácilmente.
Revisé antes de escribir el precio de Micron. La compañía se duplicó. Algo de razón tenía (quizás tuve suerte).
Ethereum está más bajo que cuando compré, incluso con el boom de las criptomonedas. Mi amigo debe sufrir por haber vendido Bitcoin.
¿Pero saben qué más se duplicó? Ese primer millón que invertí. Con ese millón no hice nada, no me obsesioné con ninguna compañía, no actualicé ningún link. Pero el resultado fue parecido.
Me di cuenta de dos cosas:
No tengo el cuero para dedicarme a elegir acciones. Jim Simons fue uno de los que sí le ganaron al mercado. Su fondo rentó casi 40% entre 1988 y 2018. Una locura. El socio de Simons, Bob Mercer contó que en promedio, tenían razón en sus apuestas un 50,75% de las veces. La mitad van a ser fallos, y tienes que aprender a vivir con ellos
Mi tiempo rinde más en otras cosas. El mismo 2019 fue el año que empecé a leer. Leer un libro a la semana me llevó a escribir, a empezar un podcast, y a contarte esta historia
Fue tanta mi obsesión por Micron, que cuando abro una nueva pestaña en Chrome, me saluda esto:

MU es la abreviación de bolsa de Micron. Consecuencias de mis F5s.
Pero hace tiempo ya no veo esa página. Prefiero leerlas en papel.
Espero que les haya gustado la historia. Tomé un par de consejos de Storyworthy, el libro del club de lectura del mes.
Vamos a juntarnos el martes a hablar de él. Está lleno de consejos prácticos para encontrar historias y técnicas para contarlas mejor. En el grupo de Whatsapp estaremos avisando cualquier detalle.
Si no te puedes sumar, te dejo la guía donde resumí lo principal del libro (a mi gusto).
Y si quieres partir por lo más más fácil de Dicks (y quizás lo mejor), escucha esta historia de 10 minutos.
Abrazo animal,