Aprender a decir “No”

Llegué dos días tarde con este correo, pero aprendí dos tremendas lecciones:

1. Aprender a decir que “no” te baja el nivel de estrés.

2. Tengo que mejorar mi planificación semanal.

Pablito y los amantes de este newsletter animal me deben estar odiando, pero en tiempos de horas escasas tuve que priorizar a la familia y el trabajo. Esto no quiere decir que no tenga un problema de planificación que debo ajustar.

El fin de semana anduvimos en el Finanfest por DVA y ayer salimos a festejar el cumpleaños de mi señora. Dos grandes y buenas excusas para llegar tarde con estas líneas.

El Espresso Martini ha sido un gran descubrimiento este año

Sin embargo, la culpa de no cumplir me estaba comiendo la cabeza hasta que en un momento de lucidez dije:

“Negrito, no pasa nada. Esto es parte de la vida. Dile que “no” a las horas que inviertes en el newsletter y disfruta tranquilo lo que estás haciendo”

Es muy fácil opinar sobre lo saludable y productivo que es decir “no”. Sin embargo, pasar a la acción es tremendamente complejo.

Tal como me pasó a mí, la cabeza nos empieza a dar vueltas con millones de inseguridades que nos empujan a decir “Ya bueno, ya”.

El Mito del "Sí" Perpetuo

Muchas veces creemos que decir siempre “sí” es necesario para agradar a los demás, conseguir aprobaciones o mantener relaciones. Sin embargo, el "sí" perpetuo puede ser una trampa mortal. Decir que “sí” a todo nos lleva a ceder constantemente ante las demandas externas. Esto termina enterrando nuestras propias aspiraciones y deseos, lo que puede tener consecuencias tremendamente negativas en nuestra salud mental y nuestra satisfacción general con la vida.

Aprender a decir que no

No hay una fórmula secreta para lograrlo, pero te dejo algunos tips que me han servido para atreverme:

1. La culpa no existe: Cada vez que tengas que decir que no, vas a sentir culpa. Cuando esa emoción se esté haciendo cargo de tus acciones, acuérdate de mi y repite en tu cabeza “la culpa no existe”.

2.  Parte con pequeños “no”: Dile que no al próximo happy hour con la oficina o carrete con tus amigos. Te vas a dar cuenta que al otro día hay algo de FOMO, pero que te van a seguir queriendo igual. Ya vendrán otras salidas.

3. Reemplaza eso a lo que le dijiste que “no” por algo que te haga feliz: El cerebro necesita recompensas para seguir haciendo eso que te ayuda.

4.  Justifica tu “no” y aguanta la respiración: Cuando decimos que no, nos llenamos de ansiedad y empezamos a justificarnos. Eso te genera un estrés que no necesitas. Piensa en tu argumento antes, dilo con claridad y no digas nada más allá de lo necesario.

5.  Ofrece una recompensa, solo si es necesario: En la próxima junta dile a tus amigos que los extrañaste. Las recompensas no necesitan ser monetarias, pueden ser emocionales.

Otro “no”

Varios de ustedes ya saben que estoy tratando de decirle que “no” a la tentación de Instagram. Poco a poco lo voy logrando gracias a una notificación cada vez que entro a la app y a la pantalla en blanco y negro de noche.

Creo que la suma de este y otros varios “no” me están llevando por el camino de la productividad.

Hoy no tengo por qué aceptar todas las reuniones que me piden, no tengo que contestar todos los correos que me mandan y tampoco siento la obligación de hacer todo el trabajo que me piden. Aprender a decir “no” te permite elegir el camino que tú quieres, sin que el resto te desvíe con asuntos a los que ellos no pudieron decir que no.

Que tengan una linda semana animales queridos. Feliz si ahora ustedes me cuentan cómo les va con los “no”.