Algo pasa con el tiempo

Domínalo antes que sea muy tarde

Esto me dijo un amigo hace un par de meses:

“¿Juguemos juntos el siguiente torneo?”

Mi respuesta inicial fue: “¿Cuándo es?”

“En dos meses más”

Y mi respuesta final: “Obvio, démosle”

Una interacción así de simple que duró menos de 1 minuto casi me deja sin ver el primer baile de mi hija.

He convivido por mucho tiempo con la maldición de decir que sí a cosas que ocurrirán en un par de meses más pero que, al acercarse la fecha, aumentan mi estrés y me ponen en aprietos.

No es que no las quiera hacer. Sino que simplemente no me caben en la agenda o no se alinean con la persona que quiero ser.

¿Quién quiero ser?

La definición podría ser extensa, pero la podría resumir en que quiero ser una persona que no va a dejar pasar momentos importantes con su familia.

El espectro es amplio y va desde bañar a mi hija todos los días hasta no perderme esos pequeños eventos como el baile que te contaba más arriba. Ambos son momentos relevantes que, cuando los combinas con el interés compuesto, jugarán un rol esencial en la construcción de una relación profunda en el largo plazo.

No me considero un extremista y me gusta el pragmatismo. Tengo claro que más de alguna vez me tocará fallar. Sin embargo, tengo que hacer todo lo posible para que ocurra la menor cantidad de veces.

Interrumpir el interés compuesto es un riesgo que quiero evitar tanto en las inversiones financieras como en las relaciones familiares.

Un problema común

Igual que con un montón de otras cosas, en algún momento pensé que el problema de comprometerme a cosas que después me complicaban era exclusivamente mío. Sin embargo, la magia de leer me mostró que la maldición tiene nombre.

La autora del libro Happier Hour, Cassie Holmes, lo describe como el “Yes-Damn Effect”. En chileno podría ser el efecto “por la ch$ch&, otra vez dije que sí”.

No me pregunten la razón, pero los humanos tendemos a decir que sí más de lo que deberíamos por, sistemáticamente, sobreestimar el tiempo que tendremos en el futuro.

En el capítulo 164 ya revisamos que para ser capaces de manejar bien nuestro tiempo, tenemos que:

1. Ser conscientes que el tiempo es finito.

2. Dirigir nuestra atención y foco a los asuntos que realmente importan.

3. Tener la libertad de definir cómo gastar tu tiempo.

No vivir por inercia es la clave para intentar introducir estos pilares de la riqueza del tiempo en mi vida.

Ahora, ¿cómo bajarlo a la realidad del día a día?

Fórmulas hay muchas, pero la magia está en elegir las tácticas que más sentido te hagan para que las puedas hacer parte de tu vida. Ahí “el arte del no” está empezando a jugar un rol crucial.

Para luchar con la sobreestimación del tiempo futuro, me ha funcionado muy bien traer las cosas al presente.

En vez de decidir si haría lo que me están proponiendo en un mes más, estoy tratando de preguntarme “si lo tuviese que hacer ahora, ¿lo haría?”

Libro 5 types of wealth

Esa simple pregunta me ayuda a hacer una evaluación rápida de la importancia de la actividad o tarea.

No es una solución perfecta, pero sí un buen punto de partida para la titánica tarea de organizar mi vida y dedicarle el tiempo a esas cosas que se alineen con mi propósito de ser feliz.